miércoles, 4 de junio de 2014

George Lakoff, Mark Johnson y las metáforas conceptuales




Pedro Alejandro Martínez Pacheco



El trabajo de George Lakoff y Mark Johnson es muy conocido, y adquiere gran valor por haber sentado las bases con las que otros académicos han venido trabajando en los últimos años. Su trabajo se centra en el estudio de la lingüística desde una perspectiva cognitiva. Quizá lo más interesante sea que durante varios años, sus investigaciones han generado descubrimientos y teorías acerca de cómo pensamos los seres humanos. Dentro de sus trabajos más famosos y que mayor influencia para muchas personas, y para mi, está el trabajo de Metáforas de la vida cotidiana (2009).


Lingüistica cognitiva

Las ciencias cognitivas surgieron a principios de siglo XIX en Estados Unidos. La intención era estudiar el razonamiento humano de una manera empírica, científica e interdisciplinar. Surge para hacer frente a la tendencia epistemológica y puramente filosófica. Se deriva de manera principal de los estudios en psicología que generaban necesidades de estudio acerca de los mecanismos del funcionamiento del cerebro. Esto se contrapone también al conductismo, que por ese entonces estaba en boga. También se inspira en el desarrollo tecnológico que se asimilaban a los neurológicos.

De forma aparente se tenía la impresión de poseer los elementos teóricos y  una base científica para emprender el estudio. De forma gradual al darse cuenta de lo inagotable de las posibilidades de un estudio de tal envergadura se añadieron nuevas disciplinas a la Ciencia Cognitiva, como la lingüística y la filosofía.

La Ciencia Cognitiva todavía se está definiendo y madurando, puesto que el objeto de estudio es complejo y enorme. Sin embargo, cada vez más se adoptan fundamentaciones firmes y que completan la explicación de los procesos de la mente como biología aunado a su complejidad social, a los cuales no se incluye una mirada determinista. Por ello resulta una empresa atractiva para la investigación, ya que las posibilidades son muchas.


Ya que una de las formas principales de tener acceso al pensamiento es el lenguaje, resulta obvio que las ciencias cognitivas busquen datos sobre la cognición en él. Dentro de estos lineamientos se suscriben Lakoff y Jhonson para desarrollar sus teorías. Para ellos, nuestra manera de expresarnos está  arraigada en la experiencia, corporeizada, es decir, que casi siempre de un modo inconsciente, expresamos nuestro  pensamiento mediante metáforas que proceden de nuestra experiencia corpórea.


Metáforas conceptuales

En la teoría de Lakoff y Johnson se ofrece una explicación de los fenómenos cognitivos en base a la atención y  análisis de las metáforas del lenguaje, debido a la consideración de  éstas como manifestación de la mayor parte de los fenómenos  cognitivos subyacentes. Se expone también la confluencia de los experimentos y teorías en distintas disciplinas, que a juicio de Lakoff proporcionan la evidencia suficiente para sostener el carácter  científico de su teoría, y las implicaciones que ésta tendría para otras disciplinas, como la filosofía o las matemáticas.

En su libro Metaphors We Live By (Metaforas de la vida cotidiana en español) libro que Lakoff y Johnson hacen en conjunto, postula las ideass principales acerca de la producción de metáforas como una proyección de nuestra forma metafórica de conceptualizar. Entre las principales ideas está que la metáfora impregna la vida cotidiana, no solo el lenguaje, sino también el pensamiento y la acción.

El sistema conceptual ordinario, en términos del cual pensamos y actuamos, es fundamentalmente de naturaleza metafórica. Los conceptos que rigen nuestro pensamiento rigen nuestro comportamiento, percepción, interacción social, nuestra interacción con el mundo. Si nuestro sistema conceptual es bastante metafórico, entonces todo lo anterior se ve impregnado.

En el mismo sistema que utilizamos para pensar y actuar, se basa la comunicación, por ello el lenguaje resulta una gran fuente de evidencias para entender ese sistema: “La esencia de la metáfora es entender y experimentar un tipo de cosa en términos de otra” (2009, p. 41). El concepto se estructura de forma metafórica, la actividad se estructura entonces de manera metafórica, por lo tanto el lenguaje se estructura de modo metafórico.

Las metáforas impregnan el lenguaje cotidiano, formando una red compleja e interrelacionada para la que tienen pertinencia tanto las creaciones metafóricas más nuevas, es decir, las que surgen de forma espontánea, como las que ya son comunes o trilladas y como las «fosilizaciones» que son a veces imperceptibles. La existencia de ésta red afecta a las representaciones internas, a la visión del mundo que tiene el hablante.

Lakoff y Johnson parten de la hipótesis que postula la conformación de campos metafóricos que guían la expresión de los fenómenos. Presentan tres tipos de metáforas: Metáfora de orientación, metáforas ontológicas y metáforas estructurales. Estos tipos se corresponden a tres áreas de experiencia básica que ayudan a entender otras experiencias gracias a sus términos.

Se destaca la importancia del concepto de «isomorfismo» que presupone la coincidencia de estructuras conceptuales. También el prologo señala que el campo semántico puede irse configurando en torno a diversos conceptos, que destacan determinados aspectos, y que presentan una cualidad de comprensión inmediata.


Influencia

Quizá una de las cosas que más llaman la atención de este tipo de investigaciones es ver  después su aplicación a otros aspectos, como al político. Me sorprendió mucho enterarme cómo, por los medios teóricos de la metáfora conceptual se puede poner en duda un discurso político, como es el caso de La metáfora en política (Lakoff, 1991) carta que Lakoff publicó abiertamente en Internet:

“Acabo de terminar un estudio sobre cómo se ha justificado esta guerra. En mi opinión, la justificación se basa en un sistema metafórico del pensamiento para comprender la política internacional. He analizado el sistema, he visto dónde se esconden las metáforas y, he comprobado, lo mejor que he podido, si las metáforas se ajustan a la situación actual de la guerra del golfo, eso sí, siempre que se acepten esas metáforas. Por lo que a mi respecta, punto por punto, la justificación de la guerra no está nada clara”.


El libro de Metáforas de la vida cotidiana ha influido últimamente en mis lecturas, y ha hecho que me acerque cada vez más a la idea de la corporeización y otras teorías de lingüística cognitiva. De cierto modo, me hace pensar en las cosas que todavía no se han investigado o replantear las ya investigadas. Pensar en cuestiones que antes no llamaban tanto la atención. Sobre todo en la literatura y el arte. A veces resulta en cuestiones acerca de uno de los diferentes sentidos perceptivos y los conceptos que remiten a este en un texto, en qué forma lo entendemos y si nuestra imaginación nos puede ayudar a reconstruir la sensación descrita; y si es así ¿cómo funciona la imaginación? ¿a partir de qué parámetros?





Lakoff, George y Johnson. M. (2009). Metaforas de la vida cotidiana (Gonzales Marín trad.). Madrid: Ediciones Cátedra. (obra original publicada en 1987).

viernes, 2 de mayo de 2014

Representaciónes del mundo en Cementerio de automóviles, y el mundo que desprenden sus personajes.




 Pedro Martínez Pacheco




Cementerio de automóviles es una pieza teatral de Fernando Arrabal. Escrita en 1957, la obra trata sobre una sociedad que vive entre los restos metálicos de autos y supervisados por la policía. En este mundo suceden los dramas psicológicos de los personajes, de los que destacan Dila y Emmanu. Dila vive de forma contradictoria entre ser complaciente y sumisa, tanto como con los inquilinos de  algunos automóviles como con los otros personajes. Emmanu es un rebelde que toca la trompeta para los pobres, lo cual está prohibido por la autoridad, al final, Emannu es sacrificado. La historia es una clara analogía al mito bíblico de la pasión de Jesús.

El mundo es un deshuesadero, no hay nada más allá o no es relevante. Se trata de una mimesis de conceptos preexistentes, y arquetipos que poseen un espectro cultural considerable. La representación del mundo en esta obra es la reubicación y la analogía de otros mundos, donde destacan, el psicológico y el bíblico. El mito y la tradición cristiana de la crucifixión son transportados a un mundo decadente, actual o postrimero.

El mundo de esta obra es un mundo asimilado, los actantes viven y se rigen bajo las normas de este  que es el cementerio de autos. El centro está en las acciones, pues es este el mundo del comportamiento más que el de las cosas, aquí se discrimina todo lo demás, incluso los autos mismos no son mencionados, así como pocas cosas son enunciadas por su nombre.

El escenario es solo para el espectador, es decir, que solo aparece en las didascalias. Es por la misma naturaleza de las didascalias en el texto teatral que se concibe la interpretacion del lector y la del espectador. Pensemos en este trabajo en la interpretación del segundo más que el primero. Entonces el texto se polariza más aún, el personaje no reconoce al mundo en el dialogo, o en su defecto lo discrimina.

Lo anterior nos lleva a hacer una división conceptual, en la cual intervienen dos aspectos importantes: el material y el corporéo (los personajes en la obra). El primero trata de lo significativo en el escenario de la obra, el cementerio y los automóviles por principio. El segundo trata del individuo, de la experiencia humana de los personajes a partir de sus acciones y lo que representan para el espectador. Por ello podemos discernir entre dos rutas, las del mundo, sus cosas y sus funciones; así como la de los personajes, sus relaciones y las representaciones de mundo que ello nos deja como testigos de la obra.

Para el primer punto tenemos que aclarar que para entenderse los conceptos de cosas y las  funciones que conllevan, no se puede prescindir de un sujeto que denomine y conceptualice dichas cosas y funciones. Esto resulta ser muy simple si pensamos que el autor realiza este efecto de extrañamiento y discriminación entre el personaje y su mundo como una estrategia estética, lo que quiere decir que los sujetos que denominarán y conceptualizarán este mundo serán los espectadores. Esto va de la mano con la intencionalidad del autor de transmitir  un mensaje por medio de signos materiales.

Tenemos pues el escenario que es un deshuesadero. Hay aquí una serie de autos que están numerados y otros poseen una letra. Es una especie similitud con el sistema Hotel/Asilo donde habitan los inquilinos y los que lo administran. Estamos entonces ante lo que Petöfi (1984) discierne como estados de cosas que podrían ser estados de cosas en la realidad, así como estados de cosas que no podrían serlo en la realidad.

Estos estados de cosas posibles o no posibles, nos sitúan en el plano del mundo de referencia. Esto representa una problemática más o menos extensa. Ya desde el plano individual cada ser humano posee un mundo de referencia, un discernimiento entre redes de conceptos y una discriminación de signos para entender el mundo. Sin embargo existen ejes temáticos o lo que Lakoff (1987) relaciona como modelos idealizados, es decir, significados o asociaciones más o menos reguladas y  creadas en colectivo.

Por lo anterior, podríamos decir, que puede existir un mundo de referencia en colectivo. sin embargo el entendimiento también recae en la concepción individual del espectador, es decir, los conceptos que este utiliza para entender tanto el propio mundo de referencia como el mundo posible de la obra de Fernando Arrabal. Lo anterior representa un movimiento interesante de representaciones, porque nos damos cuenta que existen múltiples factores que intervienen en un solo hecho. Por ahora, solo podemos indagar un poco en las funciones que los espectadores pueden realizar (o lo que se espera que realicen en colectivo) al ver la obra.

De modo que es posible para el espectador suponer que haya personas que vivan en un deshuesadero, pensemos en el administrador o dueño del deshuesadero, en un  velador o en gente que por necesidad o por circunstancias diversas,  quizá fuera de lo común, se vean en la situación de vivir de esa manera. Lo anterior representa estados de las cosas que pueden ser posibles en el mundo real. Las que no pueden ser estados de cosas -o no es probable que lo sean- en el mundo real, se representan en el tratamiento conceptual que se le da a este grupo de autos, en similitud o analogía con lo que se hace en un Hotel/Asilo o cualquier sistema de este tipo.

Esta interacción entre la analogía del sistema que representa un Hotel/Asilo y los autos, provee un  “mundo posible que posee su propio estatus ontológico, como el mundo real, el cual es uno más de ellos” (Heydrich, 1984). Dicho estatus ontológico del mundo posible tiene sus cualidades independientes pero utiliza  los sistemas en referencia analógica al mundo de referencia. Dicho con otros conceptos, esta relación entre los mundos proviene de una relación de reflejo entre ambos.

Por otro lado, ya que nunca se menciona la palabra deshuesadero o la palabra cementerio, ni siquiera en el dialogo se hace una pequeña referencia al titulo de la obra, como habíamos mencionado, no se enuncian las circunstancias de las cosas. La deixis espacial como la entiende Levinson (1983) no existe en el dialogo, es decir, que no hay especificación de las situaciones relativas a los puntos de anclaje en el evento de habla.

Lo anterior se basa en el hecho de que en el dialogo se establecen relaciones ambiguas entre los personajes y su mundo. Este hecho nos da una pista sobre la asimilación que se debe de hacer sobre la representación del mundo en esta obra: El mundo es así y no hay nada que cuestionarse.

Los personajes poseen una carga de significado muy fuerte, pero elíptica, por medio de lo recurrente del intertexto bíblico. Emanu es la figura de Jesucristo, con el cual posee similitudes actanciales, reproduce sardinas y panes para alimentar a una multitud, es buscado por ayudar a los pobres, y al final es crucificado. Todo esto resulta en un reflejo abstracto y surrealista entre el personaje del mundo referido y el del mundo posible de la obra.

Ocurre aquí entonces, una inter-identificación. El primer cuestionamiento es entre la figura misma de Jesucristo y su verosimilitud como personaje histórico, y la segunda es entre el Emanu y Jesucristo como personajes que se inter-identifican. El primer problema no aporta cuestionamientos significativos dado que la trama no intenta demostrar su existencia o descartarla, sino que la reconstruye en acción. Por lo tanto, el problema principal es la identificación del personaje de el mundo de referencia y el Emanu, del mundo referido, dado que se hace un uso premeditado de los conceptos del mito/tradición judeocristiana.

Al final de la obra, en el hecho de la crucificción se conjuntan de manera formidable el mundo y el personaje. Emanu es crucificado en una bicicleta. Lo que no se contrapone de manera alguna al concepto de auto, si no que funcionan ambos dentro de este sistema de mundo posible como signos presentados por la acción misma para construir, por una serie de recombinaciones, la paradoja auto/bicicleta, que representa  muchas otras cosas, por ejemplo: estratificación social, estatismo de los sistemas sociales, multiplicidad de planos morales, etc.

Ambos conceptos se encuentran en este mundo posible que es el del titulo El cementerio de automóviles en el cual dichos automóviles no pueden moverse, no cumplen la función que les está destinada en el mundo de referencia. La bicicleta en cambio se mueve, es funcional, y representa la cruz en la tradición/mito judeocristiano, misma que sirve como un castigo ejemplar y representa la muerte (y muchas otras cosas) en las diferentes acepciones que los espectadores tienen en del mundo de referencia.




Bibliografía:

Arrabal, Fernando. (1959). Cementerio de automóviles. En Monreal Torres (Ed) Fernando Arrabal: Teatro completo I (pp. 327-374). Melilla: Espasa.

Heydrich, W. (1982). Gegenstand und Sachverhalt. Hamburgo: Buske.

Lakoff. (1987). Women, Fire and Dangerous Things. What Categories Reveal about the Mind. Chicago: University of Chicago Press.

Levinson, S. C. (1983): Pragmática. Barcelona: Teide. 1989.


Petöfi, J.S. (1989). Constitution and Meaning: A semiotic Text-Theoretical Approach. En M.E. Conte, J.S.Petöfi y E. Sözer (eds.) Text and Discourse Connectedness (pp. 507-542). Amsterdam-Philadelphia: John Benjamins Pubishing Co.

jueves, 24 de abril de 2014

GLADIADORES PERDIDOS EN LA NIEBLA. MONÓLOGO DE Enrique Castillo.


Jared Torres


Enrique Castillo nació en 1971 en Necaxa, Puebla. Es alumno de la escuela de escritores de la Sogem. Ha sido coguionista en tres ejercicios del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos: Insólitas imágenes de aurora, Corazones de terciopelo y Virgen de medianoche. Una obra suya, Huellas de un Dios menor, fue incluida en la antología Los ritos de la piel y el olvido (Núcleo de Estudios Teatrales).

La obra presenta a un niño de doce años llamado Edgar. Él sufrió abuso y quedó perturbado. Sus muñecos son sus únicos compañeros, ya que su madre parece estar desatendida de él. Su mundo parece haberse estancado en el tiempo, recordando los momentos que pasaba al lado Tony, el que parece haber sido su amigo realmente, y el incidente con Yuri, quien abusó de él. Edgar pasa de momentos de alegría a momentos de nostalgia, y de ahí, a momentos de coraje. Todo lo recuerda al contárselo a sus muñecos. Así pasa el tiempo, recordando la voz de Tony y las tardes con él en el cine, cuando todo esto se interrumpe por el recuerdo de Yuri; él no quería que pasara lo que pasó, él quiere que Tony le diga que todo ha sido una película y que puede volver a la escuela.

Sus ataques de ira se ven interrumpidos por su mamá que se conforma con preguntarle si se encuentra verdaderamente bien y si ha tomado sus pastillas a lo que Edgar contesta muy coherente y convincentemente que sí.

Edgar ha construido un mundo donde se aferra a sus recuerdos y a la cálida figura de Tony que representa para él una verdadera amistad. Su vida parece sólo suceder en sus sueños, donde él tiene el control de la situación y ocurre una vida donde él se siente libre y feliz.
          
  La obra pretende representar el mundo a través de los ojos de una persona, en particular de un niño, que ha sufrido un abuso en su vida y el impacto que tiene en su condición como individuo social y las relaciones personales.


            El mundo en el que vive Edgar lo ha obligado a aparentar calma ante los demás. El autor retrata esta actitud de la sociedad actual en la respuesta tranquilizadora que le da Edgar a su madre. Es frecuente que hoy en día nuestras actitudes ante los demás no revelen nada o casi nada de nuestro estado emocional real, ya que se opta por mostrar una apariencia calmada. También en la obra se ve reflejada la añoranza que se tiene actualmente a las relaciones personales de calidad. Otros aspectos que se muestran son la vulnerabilidad al abuso, los monólogos internos de reflexión y recuerdo que realizamos, el aislamiento social después de un trauma y el rechazo al mundo real.

viernes, 4 de abril de 2014

APUNTE SOBRE UN TEXTO DE CORNELIUS CASTORIADIS: “Contra el conformismo generalizado”.



Jared Torres

En la actualidad el mundo está en crisis y parece que conformarse con ello es la actitud irremediable a tomar; ya sea porque se crea que no se puede hacer nada, porque se siga haciendo lo mismo una vez tras otra, porque la gente ya no realice actividad cívica, y lo más importante porque no se luche por ser libre. Cornelius Castoriadis señala que “la crisis no es una fatalidad de la modernidad a la que hubiera que someterse”, él propone replantearnos nuestro papel como ciudadanos para ejercer los derechos y los deberes democráticos con el fin de salir del conformismo generalizado.


            Hace falta cuestionarnos nuestro rol en la sociedad y evaluar nuestras habilidades para poder contribuir con lo que mejor sepamos hacer en el mundo. Hace falta hacerlo de verdad, adquirir la responsabilidad social que se supone debemos tener. Hace falta querer ser libres y actuar en consecuencia, porque nadie va a liberarnos, porque nadie puede liberar al otro, sino que cada quien se libera a sí mismo. Si se es libre se puede, entonces, hablar de democracia, ciudadano y gobierno; se podría resolver que el sistema actual funcione de verdad para beneficio de todos.

LA FILOSOFÍA Y LA LITERATURA.


Jared Torres


Así como muchos ya lo han hecho, habría que preguntarse si la literatura y la filosofía sirven para algo. Pareciera que en nuestro tiempo dedicarse a ser filósofo o literato es una actividad exclusiva para un grupo selecto de personas, como si fueran actividades cargadas de contenido al que sólo personas con ciertos privilegios pueden acceder. Esto puede ser fomentado por muchos motivos, pero me gustaría mencionar dos. Pocas personas se dedican a estas profesiones debido a que siempre sale la duda de si será suficiente la remuneración económica que se tendrá de ellas, y no es que sólo busquen el dinero que les dará; sino que a cualquiera de nosotros nos gustaría o preferimos obtener una remuneración económica del trabajo que nos gusta hacer para sustentar nuestras vidas. El segundo motivo, que lo he visto mientras me encuentro estudiando letras, es que la mayoría de las personas que se encuentran estudiando tanto filosofía como letras no adquieren ningún compromiso social; es decir, los estudios de dichas carreras nos brindan mucha información y conocimientos que posiblemente sería difícil adquirir de no cursar las carreras, sin embargo pareciera que solamente se pretende acumular conocimientos para beneficio propio.

No es raro escuchar a los alumnos diciendo que el motivo por el que entraron a estudiar las carreras mencionadas es para poder ampliar los conocimientos de la realidad y poder entenderla, como si sólo se tratara de una pretensión intelectual que se desea satisfacer. La literatura y la filosofía, en realidad, sirven para mucho más que registrar en la memoria datos, autores e historias. La verdadera utilidad de ellas radica en la práctica del compromiso social que se adquiere.

La filosofía es la reflexión más grande sobre la interacción del hombre y su realidad, por lo que cursar una carrera de tal índole y el registro de los datos aprendidos en esos estudios deberían de ser las herramientas principales para comprender el contexto en el que estamos involucrados y mejorarlo. No se trata de sólo hacer reflexiones internas sino también de proponer acciones que transformen la realidad; y no imagino personas más capaces de hacerlo que justamente los filósofos, quienes se han instruido en el pensamiento de grandes hombres de todos los tiempos.

Algo muy parecido ocurre con la literatura, la mayoría de quienes deciden dedicarse al estudio de ella se consideran a sí mismos como personas privilegiadas por haber adquirido el gusto por la lectura. Muchos se olvidan de que lo importante es el contenido y no el papel, sobrevaluan los libros y por ello se ve una gran concurrencia a las ferias de libros; muchas veces sin considerar la existencias de las bibliotecas, librerías de libros usados, los textos compartidos en internet e incluso de otras formas de literatura que aún se conservan en la tradición oral. Pareciera que este grupo de personas guarda recelosamente el contenido de la literatura y se admiran burlescamente de aquellas personas “no cultas” que no conocen el nombre de algún autor famoso. Si bien existen personas que noblemente se dedican al fomento de la lectura, también hay algunos de ellos que olvidan que leer no es interpretar palabras escritas por sus sonidos y el mejor lector no es aquel que devora cientos de libros al año. El compromiso del literato con la sociedad es, primero aprender y después, enseñar a leer y poder establecer relaciones entre el texto y el contexto en que se vive, es mirar nuestra realidad y poder identificar elementos que gracias a la lectura ahora podemos reconocer en nuestra vida, es ampliar o cambiar la perspectiva desde la que miramos el mundo, y con todo lo anterior proceder a las acciones para transformar y mejorar nuestro mundo, y en consecuencia nuestra vida y la de los demás.


La filosofía y la literatura sí tienen utilidad; pueden cambiar el mundo, tan sólo hace falta que no sean vistas como actividades intelectuales sino como herramientas para iniciar una práctica social para transformar la realidad y mejorarla.

miércoles, 26 de marzo de 2014

La literatura y la crisis occidental en la novela de Carlos Fuentes La silla del Águila


Pedro Alejandro Martínez Pacheco




México es una cultura occidental u occidentalizada. Es muy difícil establecer con claridad cualquier caracterización sobre un país como éste sin rayar en la generalidad falsaria. Lo que es posible decir, es que México tiene un universo de rasgos que lo configuran. Es decir, posee una gran cantidad de estructuras de elementos culturales, modernos y antiguos, que se configuran en una identidad cultural bastante amplia. Aunado a esto, una característica principal de nuestro país en la modernidad, es que este se encuentra dentro de la extensa crisis económico/política mundial desde hace mucho tiempo.

La literatura surgida de una coyuntura inestable de la realidad en las sociedades, en diferentes puntos geográficos, en ciertos momentos históricos, es una muestra de la percepción y conceptualización de los individuos ante estas crisis.

Este breve ensayo propone que la forma en que Cornelius Castoriadis entiende la política occidental  y que trata en su texto La crisis de las sociedades occidentales (Castoriadis, Cornelius. 1998) es también tratada, a su modo, por el escritor mexicano Carlos Fuentes en su novela La silla del Águila.

Castoriadis menciona que los mecanismos de dirección política (los gobiernos) están en “descomposición”. Estos mecanismos de dirección política por efecto de su gestión, producen, de forma negativa, varios fenómenos. Estos son el alza de precios y la gestión de la demanda global por parte de los gobiernos después de la segunda guerra mundial. A partir de esto Cornelius Castoriadis plantea la pregunta que se prefigura así:

“Superficialidad, incoherencia, esterilidad de las ideas y versatilidad de las actitudes son pues, claramente, los rasgos característicos de las direcciones políticas occidentales. Pero ¿como explicar su generalización y persistencia?” (Castoriadis, Cornelius. 1998)

Castoriadis dice que:

“la disociación entre la posibilidad de promoción y la capacidad de trabajar eficazmente alcanza un punto límite... la política, en el sentido corriente del termino, ha sido en todo momento una profesión extraña. Ha exigido siempre una combinación de facultades y capacidades especificas requeridas, según el tipo de régimen considerado para «acceder al poder»” (1998. p. 16)

En La silla del águila, Carlos Fuentes presenta la sociedad política mexicana, en específico las relaciones entre los aspirantes al poder, en sus distintas dimensiones. En este discurso literario y político se presentan retratados los argumentos que Castoriadis señala:

“...Valdivia. Recuerda que gobernaras un país destructivo que se protege, engañandose a sí mismo, con psicologismos postizos y sensibilidades prestadas... ya habita en ti -y yo te lo adelante, lo admito- eso que los alemanes llaman dunker-instinkt, el deseo mal entendido pero profundo de tener el poder y de ejercerlo con estilo... El estilo es el hombre, dicen. El estilo es todo.” (Fuentes, Carlos. 2003)

Más adelante, Castoriadis menciona que la capacidad para gobernar no está establecida por un manejo particular de las prácticas políticas hechas en un sistema, cualquiera que sea. Es decir, discierne dos características del político, su habilidad como ser social (dentro de sus patrones específicos, en este caso, la política) y como gestor del poder.  Continua aclarando que un régimen solo puede sobrevivir “si, de un modo u otro, sus mecanismos y dispositivos de selección del personal logran combinar, mejor o peor,  esos dos requisitos” (1998. p. 17)

Otro punto importante para Cornelius Castoriadis es la figura del líder, que según él, el designar a un líder equivale a elegir un personaje «vendible». Se busca al personaje carismático, que por efecto es solo aquel que posee el “talento particular de una especie de actor que hace el papel de «jefe» o de «hombre de Estado»” (p. 18). Castoriadis menciona también que este establecimiento, en el que intervienen los denominados mass-media, pone al frente a estos actores al frente de un “Aparato burocrático... portador y productor orgánico de una irracionalidad proliferante” (p.18).

En La silla del Águila  encontramos éste discurso abiertamente explicado en los diálogos de la carta de María del Rosario Galbán a Bernal Herrera:

“Tú me indicas que en la sangre nueva es necesaria pero peligrosa...Lo bueno de la realpolitik es que la puedes revertir en un instante, dejando intactos los principios permanentes. Nicolás Valdivia es un accidente de la realpolitik tuya y mía. Como lo recogimos igual lo echamos a la basura” (2003. p. 31)

En este breve fragmento podemos encontrar un discurso que relativiza la figura que pondera y que ha sido tradicionalmente la del «Presidente». De la misma forma que nos aclara Castoriadis, la novela trata, entre otras cosas, la forma como se construye el «hombre de Estado».

Cornelius Castroriadis habla de la evanescencia, como él lo llama, de los movimientos sociales, y remarca la falta de una dinámica sociopolitica. En el pasado, aclara, hubo corrientes y movimientos que cambiaban el curso de sus sociedades. Castoriadis señala que hace mucho tiempo que los movimientos comenzaron a desaparecer. Culpa de forma principal a los Lobbies que han fragmentado a la sociedad: La sociedad «politica» actual está cada vez más fragmentada, dominada por lobbies de todo tipo, que producen un bloqueo general del sistema. Cada uno... capaz de obstaculizar toda politica contraria a sus intereses reales o imaginarios” (1998. p. 20)

 De la misma forma, en el dialogo de Nicolás Valdivia con el Anciano del portal “-En política -prosiguió- no hay que dejar que la locomotora guíe al conductor.” (2003. p. 157). En diferentes oportunidades, el discurso de la novela nos muestra la forma en la que los diferentes personajes políticos son conscientes del hecho comentado por Castoriadis. Entre estos ejemplos destaca otro “consejo” que hace el Anciano del portal a Nicolás Valdivia: “que no me haga ilusiones sobre cambios radicales, transformaciones modernizadoras, etc. Que hay un sustrato permanente, una roca madre, no solo de la política mexicana, sino de la política tout court.” (2003. p. 126)

Lo anterior es un asunto de coincidencias ideológicas que existen entre Castoriadis y Fuentes en su forma de entender el hecho político en la modernidad, en el marco de las sociedades occidentales. Es seguro que está forma de expresión (la novela de La silla del Águila) de Fuentes, es permeada por el contexto. Lo anterior nos hace pensar en que es viable utilizar el análisis de Cornelius Castoriadis, y valernos de su visión en cuanto a las características y patrones que presentan las crisis de las sociedades occidentales,  para analizar esta y otras novelas, así como las diferentes expresiones artisticas en el contexto mexicano actual.





Bibliografía:

Castoriadis, Cornelius. (1998). La crisis de las sociedades occidentales. En el ascenso de la insignificancia (pp. 13-28). Madrid: Ediciones Cátedra.


Fuentes, Carlos. (2003). La silla del Águila. México: Alfaguara.

sábado, 8 de marzo de 2014

Una reflexión de Pedro



Reflexión

Pedro Alejandro Martínez Pacheco



La literatura, como otros fenómenos donde somos vertidos de algún modo nosotros mismos, constituye una gran cantidad de proposiciones de realidades diversas, de mundos posibles y sus significados. Se apela a la experiencia de nuestro cuerpo, a las mezclas -como se ha mencionado antes-.  En específico a las mezclas que surgen de nuestra capacidad de tomar relaciones aparentemente imposibles y amalgamarlas, para entenderlas contra todo pronóstico. Ahí es donde se borran también las fronteras.

Dicho de una manera más clara, nos vertimos en un texto porque este es una proyección de nuestra experiencia corpórea. Es decir, su punto de partida son los sentidos humanos, los que percibe la mente por medio del cuerpo. Ejemplo: Las babas del diablo de Cortázar, trata de un texto con un alto contenido auditivo; los caligramas, son palabras utilizadas como trazos que refieren significados en el plano visual y lingüístico. Es la mente entonces la que analiza por medio de su experiencia visual y la textual para mezclarlo todo y conceptualizarlo, entenderlo.

Las fronteras se borran. Es decir, las condiciones irreales de la ficción, así como de muchos otros fenómenos que logramos comprender, llegan a ser comprensibles, a pesar de lo irreal de sus postulados. Esto es porque poseemos la facultad, presente en cualquier ámbito del pensamiento, de hacer conexiones entre conceptos de diferente índole, y crear/entender significados/conceptos nuevos.

Una novela, un cuento, un poema... es un cuerpo humano hablando por medio de conceptualizaciones, vertido en el texto, más o menos inclinado a la exaltación de un sentido, o varios sentidos, o todos los sentidos -o la ausencia de sentidos-. Como destinatarios escuchamos, vemos, olemos, tocamos, percibimos temperatura, nos sorprendemos reconociendo las vísceras, las extremidades, el peso, los problemas, los dolores, el padecer de otras conciencias/de otros cuerpos. A veces trascendiendo las fronteras de los sexos o los mismos cuerpos humanos. Literatura es una manipulación de la percepción.

No existen los contrarios, digamos que los contrarios existen en función de arrojarlo/comprenderlo todo al mismo foco de atención, porque hasta los conceptos más contrarios se necesitan (de modo mutuo) para entender una percepción posible que se transmite. No se niegan, se construyen de forma equilibrada y simultánea. Muchas veces una palabra, cuando se aísla, pierde su sentido, en cambio es plena cuando es parte del sistema. Una palabra tan simple como página, no puede ser entendida sin los demás elementos del sistema al que pertenece, nos falta tener los conceptos papel, libro, palabras, tinta, impresión... A esto pueden sumarse más detalles, como a qué libro pertenece esta página, de quién es el libro, a quién pertenece físicamente, qué relación tengo yo con él, ¿es una novela/cuento/enciclopedia...? Son cosas que obviamos porque nuestra mente realiza operaciones instantáneas, pero el sistema está ahí, donde los conceptos se construyen los unos a los otros.

Y el otro cuerpo, el que lee, establece también su mundo, sus posibilidades, y las mezclas que se producen por la experiencia. Este cuerpo humano, con el que percibimos, el cuerpo que lee con sus ojos un texto literario, no se explica por si mismo, solo es posible entenderse en conjunto de sus sistemas de mundos/realidades de sistemas/signos/conceptos posibles.


Se puede entonces probar o experimentar todo con nuestro entendimiento, mediante la literatura, la ficción,  o mediante los diferentes modos de expresión artística: estar muerto y vivir en los recuerdos, hacer viajes al principio de la existencia, romper con la realidad y volverse loco; en fin, se pueden incluso experimentar estas realidades dudando de ellas, siendo escéptico, rompiendo con el acuerdo tácito. Pero es la experiencia y la mente que activa todos esos mecanismos, de ahí se desprenden las metáforas, o las mixturas... y los conceptos están ahí; de todo ello hacemos un uso indiscriminado, y construimos una realidad, la propia, a veces sin darnos cuenta.